En esta entrada os vamos a contar todo lo que visitamos y vimos durante nuestro segundo día por París. No os asustéis, pero este día nos pegamos una buena paliza caminando, pero así es como nos gusta a nosotros visitar las ciudades, perdiéndonos por sus calles.
Comenzamos bien temprano desayunando en el restaurante Le Rempart, elegimos este lugar, en principio, porque estaba justo en frente del alojamiento y después se convirtió en nuestro lugar fijo para desayunar porque el servicio era muy agradable y además era muy barato, desayunábamos por unos 10 € los dos.
Con el estómago lleno, cogimos el metro en dirección a nuestra primera visita Notre-Dame, como ya sabéis se trata de uno de los iconos de París y es que la catedral gótica del siglo XII se hizo famosa gracias al romance de Victor Hugo, y también los más pequeños de la casa (aunque igual no tan pequeños) la conozcan por la película de Disney El jorobado de Notre-Dame.
En nuestra anterior visita sólo la habíamos visto por dentro, que es gratuito, ya que para subir a sus torres había una larga cola. Esta vez nos enteramos de que para acceder a las torres ya no era necesario esperar la fila, sino que se hace exclusivamente reservando una hora determinada en las las terminales que hay en el lateral de la catedral o a través de la aplicación Jefile introduciendo tus datos y solicitar la hora de visita la cual te llega, a través de un mensaje de texto, al móvil que se lo tendrás que enseñar posteriormente al personal de la catedral.
La subida a las torres cuesta 10€, aunque si compráis la tarjeta MuseumPass está incluido en el precio. Os aconsejamos que madruguéis bastante y reservéis el horario que más os convenga. Nosotros reservamos para las 10 de la mañana, que es cuando abren, y para hacer tiempo entramos de nuevo a ver Notre-Dame, la recordábamos tal y como era. La verdad es que por dentro también impresiona bastante, es muy grande y si tenéis suerte y hace sol paraos a contemplar la luz que entra por los rosetones ¡una maravilla!, además hay una exposición que te va explicando el proceso de construcción de la catedral. ¡Muy interesante!
Tras esperar un rato de cola, unos 10 minutos, pudimos comenzar a subir los casi 400 escalones que conducen hasta lo alto de la fachada y desde dónde puedes contemplar París, acompañados siempre por las famosas gargolas. Las vistas son una auténtica maravilla, a pesar de que el día estuviera cubierto y a ratucos lloviendo. ¡Repetiríamos seguro!
Después nos dirigimos a visitar la Conciergerie, este edificio fue el Palacio Real de la Cité hasta el siglo XIV, más tarde se convirtió en una prisión. Y durante la Revolución Francesa se consideraba como la antesala de la muerte ya que era dónde se encarcelaba a los enemigos de la revolución ¿Sabíais que fue aquí dónde estuvo encarcelada María Antonieta? La entrada a este edificio es de 9€ (gratuita para los menores de 26 años) y también está incluida en la MuseumPass.
Al salir de la Conciergerie, caminamos hasta llegar a la Tour St. Jaques, la cual es el campanario de la extinta iglesia de Saint Jacques de la Boucherie y que era el punto de encuentro para los peregrinos que se dirigían hacia Santiago de Compostela. Durante el verano se puede acceder a su interior y subir hasta lo más alto para contemplar las vistas desde ahí, aquí os dejamos la web con información.
Atravesamos el Forum des Halles, un gran centro comercial subterráneo que se encuentra dónde estaba antiguamente uno de los principales mercados de comida. La verdad es que no somos nada fans de los centros comerciales por lo que ni nos detuvimos a mirar escaparates. Llegamos, así, hasta la imponente Iglesia St. Eustache que data del s. XVII, y que por sus dimensiones más bien parece una catedral gótica, os recomendamos que si os gustan las iglesias entréis en su interior que es magnífico, además esta iglesia es famosa por su acústica y por tener el órgano más grande de todo Francia.
Continuando nuestro paseo parisino nos acercamos al Palais Royal, el cual fue encargado por el Cardenal Richelieu en el s. XVII, y a pesar de su nombre nunca ha residido en el ningún rey. Actualmente es la sede del Consejo de Estado del Gobierno y no se puede visitar, pero sí sus jardines dónde en verano puede ser un gran lugar para hacer un picnic.
Aunque sin duda el lugar más visitado de todo el recinto son «Les Deux Plateaux», aunque igual con ese nombre no te suene de nada, se trata de las 260 columnas con rayas blancas y negras. Cuenta la leyenda que si se coloca una moneda en la columna más alta de todas y pides un deseo, este se cumplirá. Nosotros no lo hicimos, pero si que pasamos un buen rato haciendo fotos y subiéndonos a las columnas. ¿No os parece un lugar altamente instagrameable? Pero como teníamos bastante hambre decidimos ir en busca de un sitio donde calentarnos un poco y llenar el buche.
Unos metros mas adelante paramos a comer en una da las mas conocidas cadenas francesas de comida rápida Goutu, como ellos se anuncian The best sandwich in town, quizá no es para tanto, pero su variedad de sopas y bocadillos y sobre todo lo bueno y lo barato que es (no pagamos más de 15€ los dos) merece totalmente la pena.
Después de nuestro repostaje, pasamos por Place Vendôme, que entrando desde la Rue Saint Honoré se encuentra flanqueado por grande Boutiques en especial nos gustó la fachada de la tienda de Louis Vuitton, así que decidimos entrar a comprar algo… No :D.
Ya dentro de la plaza, destaca (ademas de las carísimas tiendas que la rodean) la enorme columna Vendôme con un bajorrelieve que recuerda a la Columna de Trajano de Roma y coronada por una estatua de Napoleón, en el lugar que antes ocupaba la figura de Luis XIV.
Paseando un poco más llegamos a uno de los edificios más conocidos de toda la ciudad, la Ópera Nacional de París (también conocida como Ópera Garnier, Palacio Garnier). Este increíble edificio neobarroco del s. XIX inspiró la obra «El Fantasma de la Ópera» y tiene, para nosotros, una de las fachadas mas bonitas de todo París, sin embargo, debido a las calles que lo rodean y al intenso trafico, es muy difícil de disfrutar como se merece. Se puede visitar su interior, que dicen que es precioso, aunque nosotros en ninguno de los viajes lo hemos hecho ¿puede que en el tercer viaje ya nos toque?
Muy cerca de allí se encuentra la Iglesia de la Madeleine, y si miramos justo de frente veremos el Palais Bourbon, sede del Parlamento francés, que aparentemente son iguales. Al ver la iglesia, de estilo neoclásico, rápidamente te recuerda a los templos griegos. Entramos a su interior (gratuito) que es de estilo barroco y sobrecogedor, tras el altar se puede ver una escena del Juicio final.
Saliendo de la Madeleine camino a Palais Bourbon, a medio camino se encuentra la Plaza de la Concorde, un hermoso espacio desde el cual se puede observar los Jardines de las Tullerías, los Campos Elíseos la Torre Eiffel y el Sena, eso sí, con un viento que te lleva por los aires si te descuidas. En el centro de la plaza destaca el gran obelisco que tiene más de 3000 años de antiguedad y fue un regalo de Egipto. Además de la enorme noria, que seguro ofrece unas grandes vistas de todo París. Además como tuvimos la suerte de ir en navidades, encontramos decorado el Hotel de Crillon, y estaba todavía más bonito.
Íbamos muy bien de tiempo, así que decidimos recorrer una pequeña parte de los Campos Eliseos hasta llegar a la zona en la que se encuentran el Grand Palais y el Petit Palais. El primero de los palacios, fue construido con motivo de la Exposición Universal de 1900, destaca su cúpula de cristal, en él se pueden ver diferentes exposiciones de arte.
Justo enfrente se encuentra el Petit Palais, el cual alberga el Museo de Bellas Artes de París, y también fue construido para la Exposición Universal de 1900. Nosotros no hemos entrado a ninguno de los dos por falta de tiempo, aunque está en la lista para la próxima ocasión.
A pesar del viento y del frío que hacía decidimos aventurarnos y atravesar uno de los puentes más famosos y emblemáticos de París, el Pont Alexandre III, el cual, al igual que los palacios fue construido para la Exposición Universal de 1900, y conduce hacia la explanada de Los Inválidos. Su popularidad puede deberse, además de su belleza, a que desde él se obtienen una vista increíble tantos de los edificios de su alrededor como de la Torre Eiffel.
El Hôtel des Invalides, fue creado por Luis XIV en el s.XVII como residencial para soldados y veteranos retirados. En el interior del palacio, se encuentra el Museo del Ejército dónde se puede ver exposiciones sobre la historia militar francesa, así como armas, banderas… Nosotros entramos porque la entrada estaba incluida dentro de la MuseumPass.
Después nos dirigimos hacia la Iglesia Du Dôme, que está dentro del Palacio Nacional de los Inválidos y que alberga los restos mortales de Napoleón Bonaparte. La verdad es que a nosotros nos dejó un poco indiferentes, esperábamos bastante más tratándose de Napoleón y el amor que los franceses sienten hacia él.
Al ser miércoles, el museo del Louvre permanecía abierto hasta por la noche, decidimos ir ya que a pesar de que ya habíamos entrado en nuestro primer viaje, la entrada estaba incluida dentro de la MuseumPass y además era una forma de entrar en calor.
Para ir hasta allí decidimos ir en metro hasta Los Jardines de las Tullerías y recorrer éstos a pie. Estos jardines fueron los primeros jardines públicos de París, datan del s.XVI , y a nosotros nos tienen enamorados, obviamente están más concurridos en verano cuando puedes sentarte en sus sillas, pero sus grandes fuentes, la noria y los extensos jardines, están bonitos sea la época que sea. Sara incluso recordó el viaje anterior sentándose para contemplar la noria.
Una vez en el Louvre, y tras esperar la cola oportuna (si vas con la MuseumPass es una cola diferente) y pasar el control de seguridad, decidimos qué íbamos a visitar. El museo es muy grande y no nos daba tiempo a verlo todo y además estábamos cansados por lo que priorizamos bastante, aunque no nos importó ya que era la segunda vez que lo visitábamos.
Creemos que no hace falta presentación sobre él ya que se trata de una de las pinacotecas más importantes a nivel mundial.
Para finalizar el día fuimos a cenar a Chez Gladines, es un restaurante de comida típica vasca, ya sabéis, con raciones abundantes, para aquellos que les gusta comer y muy económico, algo impensable en París.
Como siempre os dejamos el mapa de la ciudad, esta vez lo hemos distribuido por capas y cada una está dedicada a un barrio o temática diferente: bares, restaurantes, …
Después de cenar nos fuimos a descansar porque estábamos cansadísimos. Esperamos que os haya gustado y que os sirva de ayuda para vuestros viajes, si es así comentad y compartirlo es vuestras redes sociales ¡es tan sólo un click!
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