Por fin llegó nuestro cuarto día de ruta por Francia, teníamos muchas ganas pues era cuando nos introducíamos de lleno en el Perigord Negro y en sus pueblitos medievales.
Aquella mañana madrugamos bastante, recogimos todo y salimos del piso de Marion con la intención de repetir el mismo desayuno del día anterior en la Patisserie Ferreyre y volver a desayunar sentados en la Place de la Bourse, a ver si con un poco de suerte habían encendido ya el Espejo del agua, no hubo suerte así que ya tenemos dos buenas razones para volver a Burdeos: ver encendido el espejo del agua y disfrutar del barrio de Darwin.
Cuando acabamos de desayunar cogimos el tranvía rumbo a la furgo para ponernos en marcha lo antes posible ya que ese día teníamos pensado visitar nada más y nada menos que cinco lugares y teníamos que llegar al camping a Sarlat antes de que anocheciera para poder instalarnos en él.
SAINT EMILION
Nuestra primera parada del camino fue el pueblo de Saint Émilion, el cual es famoso porque su vino, y es normal, porque según nos íbamos acercando podíamos ir viendo que todo lo que rodeaba a la carretera y al pueblo eran viñedos. Pero Saint Émilion no es sólo vino, sino que es un precioso pueblo medieval con muchos monumentos históricos y forma parte del patrimonio mundial de la UNESCO.
Al llegar era muy pronto, más o menos las 9 de la mañana, así que no hubo problema de aparcamiento, aunque lo dejamos justo antes de entrar en el pueblo porque era gratuito.
Lo primero que hicimos nada más llegar fue ir a la Oficina de Turismo ya que habíamos leído que allí podíamos pedir las llaves del antiguo campanario de la Iglesia Monolítica para tener las mejores vistas de Saint Émilion. La subida al campanario cuesta 2 euros por persona aunque si es una familia cuesta 6 euros en total.
Desde lo alto del campanario se podía contemplar todo Saint Émilion y también los innumerables viñedos que rodean la zona.
Después de devolver las llaves en la oficina de turismo, preguntamos a qué hora era la visita guiada en español en la que te enseñaban la cueva de Saint Émilion, la capilla medieval, las catacumbas y la iglesia monolítica, que es la más grande de Europa. La visita era a las 12 y duraba una hora por lo que si la hacíamos íbamos a ir muy pillados de tiempo.
Desde la misma oficina de turismo puedes entrar al claustro de la colegiata por una puerta de madera, y de ahí puedes pasar al interior de la iglesia. En el interior del claustro se respira mucha tranquilidad y en la iglesia había un tronco con muchas chinchetas, se supone que si dabas un donativo podías clavar una, así que nosotros clavamos la nuestra. Sin duda un lugar al que tenéis que ir.
Tras visitar la colegiata decidimos bajar por los tertes que son calles estrechas, empinadas y al pavimento irregular, y cuando decimos empinadas es de verdad y eso que estamos acostumbrados a Santander. La chica de la oficina de turismo nos contó que durante la Edad Media, los burgueses vivían en la zona alta y los campesinos en la zona baja, incluso había una cadena que les separaba.
Nos acercamos a la plaza de la Iglesia Monolítica por lo menos para verla por fuera, gracias a la guía de la oficina de turismo supimos que los desniveles se deben a que hace millones de años esta zona estaba cubierta por el océano y que cuando ya se fue retirando la roca calcárea de esta zona creando grandes surcos y cuevas, y en una de esas cuevas fue donde se creó la Iglesia Monolítica.
En la esquina de la misma plaza se puede ver lo que en su día fue el Mercado cubierto que se dedicaba a la venta y almacén de grano. Actualmente el mercado no se realiza aquí, sino que se realiza en la Place Bouqueyre, que es la que se encuentra en la entrada del pueblo.
Después nos acercamos hacia el Lavadero, construido en el s.XIX y que servía a los campesinos para lavar la ropa con agua limpia procedente de los manantiales. El lavadero era precioso, aunque estaba en obras por lo que las fotos que sacamos no hacen justicia a cómo es.
Seguimos con nuestro paseo hacia la Tour du Roy, la Torre del rey, desde la cual se tienen unas vistas magníficas de Saint Émilion. Se trata de una fortificación intramural del s.XIII, además era una mazmorra y a partir del s.XVI fue utilizada como Ayuntamiento. Si queréis se puede subir, la entrada al igual que el campanario son 2 euros por persona y 6 euros por familia. Eso sí armaos de paciencia porque hay 118 escalones por delante.
Tuvimos que hacer tiempo a que abrieran el Cloître des Cordeliers, ya que hasta las 11.30 de la mañana no abrían. Se trata del antiguo claustro de los Franciscanos que data del s.XIV aunque actualmente es una bodega que se puede visitar y además puedes tomarte algo. Nos pareció un sitio espectacular, para tomarte un buen vino al atardecer.
Muy cerca del claustro se encuentra la Porte Brunet, que es la única puerta que queda en pie de las murallas de Saint Émilion, las cuales fueron encargadas por Inglaterra en el s.XIII para proteger a la aldea.
Tras unas cuantas cuestas llegamos al coche para poner rumbo a nuestro siguiente destino, Bergerac.
BERGERAC
Bergerac, situado a orillas del río Dordoña, es uno de los pueblos más famosos de la zona pues en él vivió Cyrano de Bergerac, obviamente, conocido por sus poesías y también por la obra homónima de Edmond Rostand.
Cuando llegamos a Bergerac aparcamos (gratuitamente) en la zona del embarcadero antiguo, que es la zona en la que hay un gran parking. Rápidamente fuimos hacia la oficina de turismo pues era casi la 1 de la tarde y teníamos miedo de que estuviera cerrada, menos mal que nos dimos prisa porque iban a cerrar en ese momento.
Nuestro paseo por Bergerac comenzó en la zona “nueva” del pueblo, visitando la Iglesia de Notre Dame del s,XIX y en cuya plaza se suelen realizar diferentes mercados de productos orgánicos y tradicionales los martes, miércoles y sábados. Una pena que fuera demasiado tarde porque este tipo de mercados nos encantan.
Poco a poco nos fuimos adentrando en la zona más antigua del pueblo, la verdad es que Bergerac tiene muy poquito que ver, la Iglesia de Saint-Jacques que se encuentra en el centro del pueblo y las dos estatuas de Cyrano que hay.
Lo mejor que puedes hacer es perderte por sus calles, las casas de Bergerac nos parecieron preciosas enteras de madera y de piedra, te transportaban al medievo. Es un lugar en el que no nos importaría tener una casuca para pasar unos días.
Después de nuestro paseo decidimos prepararnos un bocata para comer en el embarcadero mientras disfrutábamos de la brisa del río, esas son las ventajas de viajar con la casa a cuestas.
Después de comer entramos en la Maison des Vins, pues es la entrada que da al Cloître des Recollets, que data del s.XVII y que es precioso. ¡Merece la pena la visita!
CHÂTEAU MONBAZILLAC
Nuestra siguiente parada fue el Château de Monbazillac. En este caso no tenéis problema con el aparcamiento, pues el propio château tiene una zona de parking. Como sabéis no somos unos grandes apasionados de los vinos, pero sí que nos apetecía visitar un château para conocer un poco más sobre su elaboración.
Antes de realizar el viaje, estuvimos informándonos y la verdad es que este era el que más nos llamaba la atención pues se trata de una cooperativa vinícola formada por diferentes viticultores que desde 1960 decidieron encargarse de los viñedos de un castillo que fue edificado en el s.XVI y que, a pesar de haber pasado por las manos de diferentes familias, se conserva tal y cómo lo construyó la familia original, por lo que es un símbolo de la zona de Bergerac.
Como decíamos antes, decidimos visitarlo por dentro porque pensábamos que íbamos a ver cómo se producían los vinos, pero la verdad es que la visita sólo se centra en el château y su historia. No es que no nos gustara la visita, sino que no fue lo que nosotros esperábamos. Aun así nos pareció interesante ver cómo era el castillo por dentro. Además se puede visitar los alrededores del château y sus parques, que ofrecen unas vistas panorámicas impresionantes del valle del Dordoña.
La entrada cuesta 7.50€ y la visita al castillo dura más o menos una hora, haciéndolo tranquilamente. Además después te dan una copita de vino. Nos pedimos un blanco muy dulce que estaba de vicio. ¡A este paso nos iba a acabar gustando el vino!
ISSIGEAC
¡Por fin llegó la joya de la corona del día! Habíamos leído sobre la zona y algunos sitios incluían a Issigeac como un pueblo bonito pero sin darle mucha importancia, así que lo teníamos apuntado en la ruta como “por si acaso” y ¡¡menos mal!! Sin duda fue el lugar que más nos gustó de ese día. El pueblo es muy pequeño y no tiene monumentos resaltables o Patrimonios de la Humanidad, sin embargo el ambiente que tiene, las casas, las calles estrechas, la gente… te hace transportarte a un cuento medieval. Issigeac no es una bastida, ya que parece ser que la construcción de un monasterio (después el castillo de los Obispos de Sarlat) en el s.VII fue el origen de Issigeac, la cual es una auténtica reliquia del medievo y que está construida de forma circular, lo que más nos gustó fue que aunque el pueblo fue dos veces destruido la mayor parte de las bases de las casas son del s.XIII y se conservan intactas.
Aparcamos gratuitamente cerca de la biblioteca y de la oficina de turismo, que por cierto la chica super maja y hablaba español 😉 Dimos un pequeño paseo por el pueblo viendo las casas con entramado de madera, las casas de piedra que eran las más antiguas del pueblo. También vimos la “casa seta” que es una pequeña casa muy original y que se encuentra en medio de la calle a modo de islote. Después nos acercamos a ver la iglesia, la cual fue reconstruida en el s.XV tras un saqueo y nuevamente en el siglo XIX.
Necesitábamos reponer la nevera para la cena así que paramos en el único supermercado que había en Issigeac, creemos que la gente no estaba acostumbrada a tener turistas porque inmediatamente nos preguntaron que de dónde éramos y entablaron conversación con nosotros.
CLOITRE DE CADOUINE
La última parada antes de llegar al camping era el Cloitre de Cadouin. Se trata de una abadía fundada en el s.XII y consta de abadía, sacristía y claustro. Además ha sido proclamada por UNESCO como monumento a proteger dentro la ruta del Camino de Santiago. Ha sido de las abadías más importantes de la zona pues se suponía que en ella se encontraba un Santo Sudario, aunque posteriormente se demostró que era falso. Habíamos visto fotos sobre su interior gótico flamboyante y nos parecía precioso asique entramos a pesar de que íbamos pillados de tiempo, ya que eran las 5.30 de la tarde y cerraban a las 6.
No sabemos si fue porque íbamos con prisa porque nos iban a cerrar o qué, pero la verdad es que después de ver el claustro de Bergerac o el de Saint-Émilion ese mismo día este no nos transmitió tanto como esperábamos. Además hay que decir que la entrada son 7€ y sin audio guía simplemente un papel en el que te explica los diferentes elementos arquitectónicos, si deseas una audio guía son 3€ más, lo que nos parece un poco abusivo ya que el claustro es muy pequeño.
CAMPING SARLAT
Después de salir del claustro de Cadouin dimos un pequeño paseo por el pueblo y pusimos rumbo al que iba a ser nuestro alojamiento durante los próximos cuatro días: el Camping Le Montant. Que cómo os dijimos en la primera entrada es un sitio muy recomendable ya que tiene muy buenas instalaciones: piscinas, jacuzzi, piscina cubierta, zonas de juegos, restaurante, etc. Además todo es gratuito no tienes que pagar nada extra, lo cual está genial.
Estábamos tan cansados cuando llegamos al camping que, a pesar de que la piscina estaba abierta, lo único que queríamos era ducharnos, preparar la cena y relajarnos mientras nos tomábamos un calimocho antes de irnos a dormir.
Esperamos que os guste y que os sirva para vuestros viajes. Si tenéis alguna duda o sugerencia, nos podéis dejar un comentario o escribirnos un email a blogparejaviajera@gmail.com
¡Saludos viajeros!
Que bonito chicos. Esta ruta es muy buena😍😍😍
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Muchas gracias chicos!!! A nosotros nos encantó!!! 😍😍😍
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